MIS RELATOS CORTOS
David Campos Sacedón

Corazón Salvaje


Corazón Salvaje…

 

Me froté los ojos y fui consciente de la embriagadora sensación del sueño que llegaba a su fin. Hacía calor, pero la leve brisa que pasa por la persiana hacía que mi cuerpo se regocijase entre las suaves sábanas de verano. Giré mi cuerpo hasta colocarme en medio de la cama, y abriendo los brazos en cruz fijé la mirada en el techo blanco moteado. Como casi siempre, estuve durante unos minutos entremezclando pensamientos e imágenes que surgían en mi mente, antes de abalanzarme hacia la realidad de todos los días, cerrando los ojos….

 

Mis días seguían iguales, con una rutina que rayaba la locura por momentos, pero todo era impulsado por mis ganas de dinamismo, por no repetir las mimas cosas, por aprovechar todo lo que la vida me puede brindar…viendo la vida y no comiéndomela (como bien me dijo una amiga mía). Mi personalidad se engalana de una poderosa imagen hacia el exterior, o eso se desprende de las opiniones de la gente que me rodea, aunque también es cierto que la debilidad en varios ámbitos de mi vida están presentes, más aún que el reflejo de mi cara en un cristal. Tengo la capacidad de sufrimiento en un grado medio, porque tampoco quiero decir que sea Mª Teresa de Calcuta, pero reconozco que estoy hecho para competir y sobrevivir ante la adversidad, que a veces es mucha. Mi corazón puede denominarse salvaje, en el sentido de que aguanta embestidas en forma de contraataque, intentando disminuir el daño provocado lanzando sus armas ante lo que se avecina.

Bajo este prisma de características peculiares que conforman parte de mi ámbito sentimental, aquellas semanas de hace tiempo, y cuyo tiempo casi he olvidado ya, se dibujaban en forma de caricatura oscura que se van mezclando entre pasajes alegres que ocultan unos miedos subyacentes, los cuales intento pasar desapercibidos como el transeúnte que quita la mirada ante la desplegada mano del mendigo. Escenas apagadas y densas suceden a otras brillantes y definidas, aunque la media de todas ellas, es el devenir real de mi vida.

El paso de los años ha ido mostrándome que muchas veces las cosas no son lo que parecen, que el poner la otra mejilla cuando te golpean la otra es más de humillados que de bondadosos, que tristemente la vida está confeccionada para el lince y ratonero, lejos del bondadoso y del que cede gentilmente. Aún así, hay que luchar, golpear y catapultar tus energías a veces hacia lo desconocido y otras hacia lo conocido por conocer. Persona soy, que una milimétrica parte de ilusión que roce mis sentidos hace que exalte al máximo mis ganas por vivir, pero también el ligero titubeo en los pilares de mi vida, hacen que el desconcierto y la desgana invada mi racionalidad.

Casi por costumbre diría yo, llevo años aprendiéndome, es decir, sabiendo cómo reacciono ante lo bueno y lo malo, y cómo me recupero de esto último. Curiosamente me han sucedido oscuros pasajes en mi vida, que se han repetido en el tiempo, o al menos compartían gran similitud, y en lo que se calcaban perfectamente, como dos gotas de agua, era en la forma que reaccionaba y aprendía a sobrevivirlos.

 

Tras escudriñar varios pensamientos, muchos de ellos idénticos día tras día, todo lo volvía a recolocar en mi mente a modo de biblioteca titánica, puesto que la organización para mí es parte del buen funcionamiento.

 

Estirando la musculatura de mi cuerpo a modo de activación, apreté los ojos cerrados ya, antes de permitir su lenta apertura de nuevo. Me incorporé en el lateral de la cama y me coloqué sentado con las manos apoyadas a los lados de mis caderas y la mirada clavada en las fotos que decoran mi armario. El sudor de la mañana mordía mi piel y el sonido del puchero zumbaba lejanamente. “Estoy donde me quedé ayer…” murmuré, y como la vieja maquinaria oxidada se pone en marcha, me erguí para recoger la persiana y permitir el paso del aire de forma más fluida, el cual enfriaba mis gotas de sudor aliviando mi sensación de pesadez. Justo en ese instante de frescura y de luz apabullante, mi mente se puso en contacto con el corazón, y este último le contesto…”soy corazón salvaje, vivamos lo que nos toque hoy…”.

 

David Campos Sacedón

 

 

 

 

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