MIS RELATOS CORTOS
David Campos Sacedón

Estrella Fugaz (XI)

Estrella Fugaz (Parte 11)


El camino de Toni parecía entre brumas, un sueño. Una canción nostálgica daba la mano a cada paso que avanzaba por las calles y en cada parpadeo sostenido la cara sonriente de Teresa le saludaba en la lejanía. Cosquilleos molestos en su pecho le despertaron en la realidad y su mano la apretó contra el corazón…”aguanta…”, masculló.

Mientras tanto, Teresa olvidó el tiempo y las horas, los días caían en una vorágine de sentimientos, pesadillas y recuerdos. Su hermano luchaba sin cesar para mantenerse con vida y los médicos ya comunicaron que todo pendía de un hilo. La vida es así a veces, unas veces te da y otras te quita, solía decir su madre con asiduidad. La muchacha se apoyaba en recuerdos con Toni para superar esa gran prueba que la existencia le estaba poniendo, haciendo lo imposible para proseguir y peleando por transmitir energía en el interior de su pequeño hermano, sin embargo, cuando menos lo esperaban un sonido infernal de la máquina que mantenía las constantes del niño comenzó a dar avisos de que algo iba mal, que la fina línea entre la vida y la muerte iba desapareciendo… 

Las palabras y frases se entrecruzaban entre Toni y el doctor casi de forma involuntaria por parte del chico, aunque apenas le quedaban energías, quería a toda costa que todo quedase claro. Una pequeña lágrima recorrió su cara que hizo temblar el semblante del médico, el cual, no pudo evitar cerrar también los párpados y exhalar con tristeza. Toni le entregó los dos sobres y se volvió a rozar el pecho, esta vez, lo sintió aún con más intensidad. “Sabes que podríamos alargar esto un poco más... Puede merecer la pena”, dijo el facultativo. “No necesito más tiempo; sabiendo lo que tenía desde pequeño creo que bastante he llegado y ahora puedo cumplir un deseo más…”, respondió de forma cariñosa. Se giró lentamente y encaminó sus pasos hacia una puerta metálica con una ventanita redonda en su centro, sacó de su bolsillo una foto de Teresa y la apretó con fuerza, generando una suave sonrisa en su rostro. Era como si Ella estuviese a su lado en todo momento y no fuese la foto sino la propia mano de Ella quien apretara sus dedos.

Los minutos se diluyeron entre sombras y luces. Poco a poco todo se asemejaba a un dulce cansancio recompensado con una suave brisa de verano, tal que pudo sentir cada milímetro de su piel relajada, distentida y calmada.
Todo se aclaró de repente en su mente, una luz más intensa dibujaron árboles meciéndose bajo un cielo azul; una silueta con vestido de verano blanco se aparecía entre ese camino. Era Teresa. Andaba elegantemente, cada parpadeo era delicado, su pelo terso y suelto; se detuvo como si algo la llamase y dándose media vuelta miró a Toni, le sonrió y alargó una de sus manos con amor, mucho amor, percibiéndose una mezcla de tristeza, ternura en su gesto y en cuyos labios pudo entender un,
“siempre estaré contigo, siempre…”. Y la luz se apagó…


Continuará...
















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